jueves, 29 de diciembre de 2011

Empeñados en desafiar la gravedad

Sigamos enredando este ilógico momento hasta que estalle delante de nuestras estúpidas narices.

¿Por qué no?

Continuemos fingiendo entre ocultas verdades que se asoman traicioneras, entre los retales de pensamientos descontrolados, entre ideas atropelladas que cruzan fugaces los ojos pero se extinguen antes de llegar a la boca.

Esgrimiendo pretextos erróneos, desgastados entre unos labios distantes que jamás alcanzan los oídos del otro; que chocan contra sendas armaduras   y resbalan haciéndose añicos para arremolinarse en el desmesurado montón de nadas sobre el que nos suspendemos.
Como dos obstinados equilibristas desafiando la ineludible verdad, empeñados en no claudicar de la inútil batalla que desgasta la cuerda de la que precariamente penden.

martes, 20 de diciembre de 2011

Intenciones inútiles

No se puede intentar contentar al alma con un vago quizás rondando desalentado por la cabeza.
Ni con la fingida convicción de augurar para el mañana un paulatino ascenso hacia la luz.

No es suficiente.

No se acerca a ser suficiente.

No se puede existir alimentándose de errantes ilusiones y mentiras piadosas refugiadas en el manto de un vívido pasado que ahora se asemeja abstracto.
Insistir en engañarse indefinidamente hasta que el corazón y la cabeza se desaten de la realidad y huyan aturdidos,
a subsistir en el inmaterial mundo de ficciones y quimeras que mitiguen su perenne dolor.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Atados a un interminable final

Lejanas quedan ahora aquellas suaves horas
En que las respiraciones buscaban ansiosas el oído
En frenético intento de acompasarse a un ritmo,
Y los dedos trazaban filigranas de fuego en la piel.
Y ahora nos encontramos unidos en medio
De la distancia más insalvable,
Entrelazados en el más agónico adiós.
Asistiendo impotentes al espectáculo de nuestro derrumbamiento.
Hundiéndonos,
Despacio,
En nuestra propia ingenuidad.
Atraídos irremediablemente a un desaliento continuo
De rabia y afecto marchitos,
Sin esperanza de escapatoria.
Anudándonos conscientes a la dolorosa utopía
De encontrar en el mañana un frágil equilibrio
Que pueda sostener la carga de nuestro pecho.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mitad rota

Me sobra media cama.
Me sobra la mitad del humo de mi cigarrillo.
Me sobran la mitad de mis pensamientos.
Me sobra la mitad de unos dias que no anhelo,
de unas noches eternas
y un caminar que ha perdido el horizonte.
Me falta media sombra entrelazada a la mía.
Y la mitad del reflejo de mi mirada.
Me falta la respuesta de las palabras que ahogo,
de eternos amaneceres vacíos
y unas manos que no pueden buscar su lugar.
Me sobra media cama,
porque me falta una respiración tras mi oído.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Amargo final

Inevitablemente escuché el sonido de la puerta al cerrarse tras tu espalda.
Silencio infinito contenido en un segundo.
Y entonces lloré.
Y lloré mas.
Lloré hasta que se me secaron los ojos, hasta gastar todas las lágrimas.
Y entonces seguí llorando, con el alma.
Y con la cabeza.
Y con el corazón.
Con cada minúsculo pedazo de corazón destruido que llevaba tu nombre grabado.
Amaneció y volvió a anochecer.
E irremediablemente volvió a salir el sol, en un círculo eterno que apenas podía vislumbrar desde el sepulcro de mi cama.
Dejando pasar las horas mientras sentía consumirse mi conciencia, torturándola con el vago recuerdo de tu voz.

lunes, 13 de junio de 2011

En el bar la fiesta está en su punto culmen y la gente ha comenzado a descontrolarse. Los litros de vodka, cerveza y ron corren sin cesar de la mano a la garganta entre gritos, risas y empujones. La música resulta cada vez mas atronadora en medio de los cuerpos que se chocan, giran y vibran enredándose en un acompasado frenesí. Las nociones del tiempo y el espacio se han ahogado en el fondo de los vasos y solo existe el momento presente.
Me cuelo entre la gente sin saber muy bien a dónde dirigirme. Yo no tengo nada que hacer aquí. Ha sido en error venir, yo lo sabía desde el principio aunque una pequeña parte de mi ansiara lo contrario. Me abro paso como puedo hacia el fondo del bar y busco mi abrigo en el desordenado montón. Justo cuando lo encuentro y me dispongo a marcharme Laura aparece a mis espaldas.
-          ¿Pero adonde vas?- pregunta con gesto disgustado- vamos, Eva, no puedes irte tan pronto, acabas de llegar. Ni siquiera he tenido tiempo para presentarte a la gente, apenas te he visto; de hecho, ¿Dónde estabas, donde te has metido hasta ahora?
No quiero tener que hacer esto. No quiero tener que desengañarla de su ridículo plan para rescatarme. Pero no puedo contarle lo que desea saber, no puedo darle lo que quiere. En este momento parece mentira que la idea original de la noche fuera estar con Laura, incluso la había olvidado hasta que me ha encontrado. Le miro a los ojos y veo su gesto expectante, anhelando obtener la respuesta que le complacería. Pero no puedo dársela.
-          Lo siento Laura, no me encuentro muy bien y voy a irme ya a casa
-          Pero me prometiste que saldrías con nosotros esta noche, que vendrías conmigo, tu, tu… dijiste que volverías- me replica tartamudeante.
Suspiro con exasperación mirando al suelo y levanto la vista hacia ella intentando aparentar decisión.
-          No, Laura, has sido tú la que se ha montado esa ridícula historia en la cabeza. Yo solo acepté venir aquí por pura cortesía y básicamente para que dejaras de insistir.- veo como su gesto está cada vez más disgustado. Pero no puedo titubear, tengo que acabar con esto ahora.- me he presentado aquí, no? Pues dáte por satisfecha. Ya he aguantado suficiente.
-          No, no te creo -dice ella- te conozco Eva, no me intentes engañar. Sé que algo te ha pasado, dime que es.
-          ¿Es que no vas a parar?- le grito de manera brusca y borde- deja de intentar excusarme cuando ni siquiera yo no lo estoy haciendo y a ver si lo entiendes de una vez porque te lo estoy diciendo directamente; NO QUIERO ESTAR AQUÍ.
Digo las palabras despacio, separando cada sílaba para impregnarla de todo el enfado que soy capaz. Ella se queda callada con las lagrimas a punto de aflorar  y mordiéndose el labio con fuerza. Lo he conseguido. La he hecho daño, daño de verdad. Aprovecho el momento para darme la vuelta e irme.
-          ¡Espera! – Laura grita a mi espalda y se acerca rápidamente a mí- por favor Eva, no hagas esto, podemos solucionarlo juntas, déjame ayudarte, por favor no te vayas – las lágrimas le han ganado el pulso y empañan sus ojos disolviendo el maquillaje bajo sus pestañas- Si te vas ahora esto no habrá servido para nada y sé que puedes volver, que puedes conseguir olvidarle, olvidar todo.
Hace una pausa un segundo mirándome fijamente mientras mis facciones se han tensado bruscamente y las aletas de mi nariz se ensanchan a la vez que mi respiración se torna fuerte y acelerada.
-          Pero no puedes hacerlo sola, Eva. Esto te está superando, hace ya mucho tiempo que te ha superado, te está desbordando ¿es que no lo ves? Y tú te estás dejando arrastrar ¿por qué no luchas? ¿por qué no te dejas ayudar? Déjame ayudarte, estoy segura de que si lo intentamos juntas…
-          YA BASTA!!- Mi tono se ha elevado y la voz me titubea- ¿no piensas dejarme en paz? Te estoy diciendo que no quiero tu ayuda. Lárgate de una vez, lárgate! No quiero que vuelvas a intentar acercarte a mí, entendido? Y ni siquiera se te ocurra intentar mencionar…- no puedo acabar la frase porque la voz se me rompe solo al pensarlo- tú no sabes nada, nada. Solo te lo diré una vez Laura, yo ya no quiero volver. No quiero. Se acabo, Laura.
En cuanto digo esas últimas palabras huyo de allí tan rápido como puedo abriéndome paso entre la multitud para no dejarle opción de detenerme. Mientras corro hacia la puerta aún puedo oírla gritando mi nombre con desesperación. Todo está comenzando a girar a mi alrededor y siento como las rodillas me tiemblan y la cabeza se me está nublando con rapidez. Tengo que conseguir salir de allí.
Finalmente alcanzo la puerta y me precipito a la calle. Las piernas me están fallando y tropiezo en la acera cayendo al suelo frío y mojado. Me quedo apoyada contra un muro con el pulso machacándome el pecho y la cabeza y la respiración atropellada. Entre los gemidos que necesito hacer para intentar boquear aire noto como las lágrimas están mojándome las mejillas sin remedio.
Miro hacia el río observando las densas y oscuras ondas con sus destellos de luz reflejados. ¿Por qué? ¿Por qué todo está abocado a acabar así? ¿Por qué soy incapaz de evitar todo esto? ¿Por qué, por qué, por qué? Y sin poder evitarlo grito al oscuro cielo con todas mis fuerzas la pregunta que me consume, que me mata, que me atormenta cada día.
-          ¿POR QUÉ TUVISTE QUE IRTE?

martes, 24 de mayo de 2011

Estoy en medio de mi cuarto plantada frente al armario sin la mas remota idea de que hacer. Aun sigo sin saber como he podido aceptar la proposición de Laura. No tiene ningún sentido que yo aparezca allí esta noche, la mayoría de la gente no querrán hablarme ni acercarse a menos de 50 metros de mi, y el resto simplemente optaran por ignorarme. No es algo de lo que quiera quejarme, es una situacion en la que yo misma me he adentrado, y ni siquiera tengo claro que me desagrade del todo. En este tiempo de reclusión y automarginacion había logrado con creces mi objetivo de separarme de todos. Y ahora el hecho de pensar en presentarme allí pretendiendo fingir una falsa y repentina recuperación no se me hace nada tentador. Esta claro que ya no puedo huir, no me queda otra opción que  ser fiel a mi palabra con Laura porque, a pesar de que con gusto me quedaría regocijándome en mi desdicha como cada noche sin ningun tipo de arrepentimiento, aun queda en algún lugar un resquicio de mi que no quiere hacerla sufrir.
Intento convencerme a mi misma de que solo será una simple noche, un fugaz y pasajero ritual social sin importancia que no será tan difícil de soportar. Será como una huida a una falsa realidad paralela en la que todo sigue como antes, solo cuestión de dejarse llevar para intentar que este desdichado plan sin futuro sea mas llevadero para todos. Esta bien, ya basta de pensar en ello. Elijo distraídamente la primera ropa que encuentro en el armario y cojo mi abrigo para encaminarme hacia mi universo paralelo de una noche.
Llego al local algo tarde intencionadamente debido a que he dado el mayor numero de rodeos posible para aplazar el momento. Pero ya estoy plantada frente a la puerta y no hay vuelta atrás. Intento buscar algo de valor con el que armarme, pero enseguida me doy cuenta de que ya no queda nada en mi interior que se le parezca. Asi que simplemente cierro los ojos y cruzo el umbral. Dentro la atmosfera es densa y oscura, el humo espeso llena el ambiente y la música retumba en las paredes y hace vibrar el suelo. Me quedo parada un segundo mirando a mi alrededor y comienzo a andar intentando perderme entre la multitud. Entre la marea de rostros distingo caras conocidas con expresiones ajenas dibujadas. Ignoro sus poco suspicaces miradas a mi paso pero soy perfectamente consciente de sus gestos y comentarios en voz baja, que van estallando a mis espaldas; de que voy dejando un  rastro de murmullo y expectación pegado a las plantas de mis pies. Comienzo a repetirme a mi misma que no debo dar la vuelta para alcanzar la ansiada puerta de salida y obligo a mis piernas a seguir andando paso a paso, avanzar, solo avanzar. Levanto la vista y distingo a Laura al fondo que repara en mi presencia y me saluda efusivamente mientras empieza a acercarse a mi.
-          ¡Has venido!- me grita con una expresión de felicidad.
Yo comienzo a levantar mi falsa muralla protectora, a construirme mi preparada mascara de cinismo para poder enfrentarme a la conversación. Coloco finalmente en su sitio la sonrisa y me dispongo a contestar.
-          Si, te lo prometi, ¿recuerdas?- le digo sonriéndole tanto como puedo.
-           Lo se, lo se- dice ella- pero aun no estaba segura de que fueras a aparecer- noto el tono amargo en sus palabras. ¡¡¡Oh, pero esto va a ser genial!!!- continua ya mas animada- ya lo verás, seguro que todos tiene muchas ganas de hablar contigo, y ha venido mucha gente, te lo pasaras muy bien. Será un gran comienzo, es ideal para volver a empezar, ahora todo estará bien, Eva. Estoy segura, segura!!! Oh, me alegro tanto!...- la verborrea de palabras se atasca en su boca mientras contiene una evidente emoción.
Vaya, esta claro que piensa que el hecho de haberme arrastrado hasta aquí va a suponer todo un acontecimiento que hara que se obre el milagro. Que de repente todo se arreglara por si solo y será como si nunca hubiera existido el ayer. No quiero decepcionarla y bajarla de su nube de fantasia, pero se que eso no va a ocurrir. Y ella también. Simplemente no quiere aceptarlo, se obstina en la ilusión que ha creado y aunque me duela hacerlo tendre que verla resignarse. Simplemente el tiempo será quien le haga comprender y ella misma quien se desengañe, porque yo no tengo fuerzas para hacerlo.
Le dedico una media sonrisa final mientras observo como se aleja  en las profundidades de esa oscura jauría. Me quedo sola en el fondo del bar notando aun los continuos cuchicheos de la gente que me rodea. Decido acercarme a la barra y pedir algo para beber que mitigue mi ansiedad y me alejo con mi bebida hacia un rincón apartado y sumido en la sombra. Apoyo mi espalda en la pared y me dedico a observar las vidas que se desarrollan. Conversaciones a gritos que llenan el ambiente, carcajadas sueltas y empujones al ritmo de la atronadora música. Empiezo a recordar instantes fugaces en los que yo formaba parte de toda aquella caotica coreografia. Hasta que de repente alguien a mi espalda  me saca de mis ensoñaciones.
-          Hola Eva- dice una voz tras de mi.
Un escalofrio recorre de arriba abajo mi espina dorsal y tensa todos los musculos de mi cuerpo mientras esas dos simples palabras retumban en mis oídos. No quiero creerlo, pero se perfectamente que he reconocido esa voz y la persona a la que pertenece. Me giro lentamente deseando con todas mis fuerzas no encontrar a nadie a mi espalda. Pero por supuesto el esta allí de pie, con las manos en los bolsillos y dedicándome su media sonrisa aparentemente ajeno a todo.
 Me quedo quieta sin pronunciar una palabra, con los ojos abiertos de par en par y apretando los puños hasta que consigo hacerme daño. No puede estar pasando de nuevo. Otra vez no, no puede ser…
-          ¿No vas a saludarme?- pregunta Victor mostrando una insoportable naturalidad
Yo sigo completamente inmóvil, sin saber que hacer; con el cerebro colapsado y el pulso latiendo con fuerza detrás de las orejas. Deseando que se esfume, que desaparezca tan rápidamente como ha aparecido. Deseando cerrar los ojos y despertarme de esa pesadilla.  Deseando inútilmente encerrar su imagen lejos de aquí para que nunca vuelva.
El continua mirándome fijamente sin parpadear y yo por fin consigo liberarme del estupor en el que me mantiene y no sin dificultad arrastro mis pies tambaleantes hacia la puerta. Salgo a la calle sin abrigo y el frio de la noche me golpea implacable en todo el cuerpo, aunque apenas soy consciente de ello. Victor sale detrás mio sin decir una palabra. Sigo desplazándome despacio tanto como consigo hasta que el precario equilibrio que me sustenta cede y tengo que detenerme cerca del fin de la calle. El se para a mi lado y me contempla callado, esperando a que yo decida encontrar las palabras con las que romper mi silencio.
-          Estas aquí- consigo articular finalmente.
-          Si- dice el simplemente mientras se encoge de hombros.
-          ¿Por qué estás aquí?- le pregunto
-          Me he enterado de que había una fiesta y tu ibas a venir, y eso no quería perdérmelo por nada del mundo-contesta el
Mis labios describen una mueca ante sus palabras mientras noto como una rafaga de ira me golpea desde dentro.
-          Deja de actuar como si realmente creyeras que me conoces- digo las palabras casi escupiendolas, bañadas en agrio desprecio.
-          Te conozco mucho mas de lo que tu piensas, aunque no espero que lo entiendasn ni mucho menos que lo reconozcas- contraataca él.
Vuelvo a hacer un mohín ante su contestación
-          Bueno, pues me da igual lo que tu creas o pienses. Si no recuerdo mal te dije muy claramente que no quería volver a ver aparecer tu cara nunca mas.
El suelta una leve risita
– Creo que eso no es algo que tu puedas decidir, ¿me equivoco?
Me enervo bruscamente y levanto la cabeza para encararle a la vez que la ira termina de inundarme
-          No se te ocurra decirme lo que puedo o no puedo decidir-le digo secamente y arrastrando las palabras entre los dientes.
-          Sabes que no puedes impedírmelo- replica el con cierta seriedad
La conversación está tomando un rumbo que no me gusta y no me veo capaz de ponerme a discutir sobre ello así que suelto un suspiro e intento rearmarme para contestarle.
-          Igual que tu tampoco puedes impedir que yo decida lo que quiero hacer en mi vida. ¿No entiendes que no quiero que vuelvas? No tienes voluntad sobre mi. De hecho, quiero irme de aquí ahora mismo y me voy.- pongo punto final mientras me doy la vuelta y comienzo a andar con rapidez en cualquier dirección.
En mi cabeza los pensamientos se agolpan unos contra otros formando una maraña indescifrable  de rabia, impotencia, cansancio y frustración. ¿Por qué otra vez? ¿Por qué, porque, porque? No quiero tener que soportar esto cada vez que él decida aparecer. El frio de la noche me cala hasta los huesos y mis dientes comienzan a chocar rápidamente unos contra otros en un caótico ritmo. Inevitablemente el me ha seguido y ha comenzado a andar a mi lado observándome fijamente en silencio.
-          Parece que tienes frio- comenta
Yo le ignoro y continúo caminando de frente decididamente. Y entonces me doy cuenta de que no se a donde estoy yendo. Me paro en seco y suelto un bufido. Miro a mi alrededor para ubicarme mientras hago caso omiso de Victor observando mis movimientos y me dispongo a volver de nuevo hacia el bar. El sigue insufriblemente todos mis pasos como si de mi sombra se tratase, sin poder deshacerme de él. Ni siquiera me permito girar mínimamente la vista hacia él. No quiero verle, no quiero oírle y sobre todo no quiero seguir sintiendo su presencia a mi lado.
-          No puedes seguir ignorándome eternamente- comenta el
-          Pues yo creo que sí puedo- le espeto yo
-          Sabes perfectamente que no- me replica el con aires de autosuficiencia
Solo obtiene mi silencio mientras sigo caminando decididamente tan rápido como me es posible.
-          ¿No vas a replicarme?- pregunta el, divertido
Sigo regalándole un vacio como respuesta sin girar un ápice la vista hacia su dirección.
-          Está bien- dice el encogiéndose de hombros- como tú quieras, entonces hablare yo.
No puedo evitar soltar un suspiro de exasperación ante la idea. Observo el paisaje que nos rodea mientras caminamos; la silueta de la luna difuminada en el cielo tras densas nubes grisáceas reflejando su débil luz sobre las frías aguas del rio, haciendo destellar suaves ondas a su antojo. Las luces de las farolas iluminando con su amarillento resplandor tramos sueltos de acera y delineando tétricas siluetas mientras el tenue eco de la música resuena a lo lejos mezclándose en el aire con el vaho que expulso desde el fondo de mi garganta.
Mientras tanto Victor comienza a hablar en desvariante e inservible monologo
-          Sabes, al principio no pensaba dejarme caer por aquí, pero después de la despedida tan brusca que tuvimos el otro día se me quedo un sabor de boca un poco amargo y no quería que te quedaras sin una segunda oportunidad para poder deshacer esas  palabras ten feas que dijiste, ¿sabes? Estoy seguro de que puedes hacerlo mucho mejor que eso, Eva, y por eso he venido esta noche, para que puedas enmendarlo y asi lo que me quede de ti sea mucho mas dulce… seguro que lo estas deseando, ¿me equivoco?
No le escuches, no le escuches, no le escuches…
-          Nunca puedes saber cuando volveremos a encontrarnos, nunca si esa será la ultima vez que nos veamos, si ya no tendras otra oportunidad…
No le escuches no le escuches no le escuches no le escuches!!!
-          Porque no puedes tener ninguna certeza de ello y lo sabes perfectamente, Eva, ¿de verdad quieres arriesgarte a dejar el desprecio como tu único legado? Yo creo que no. Piensalo bien, puede que sea esta la ultima vez que puedas decirme lo que realmente quieres y no las frases que disparas desde detrás de tu enorme muralla que a mi, desde luego, no me engaña.
Noto como el me mira de reojo para poder apreciar el efecto de sus palabras, pero no me voy a rendir. Aguanto la compostura todo lo estoicamente que puedo y mantengo bajo control mis gestos para no darle esa satisfacción.
-          Sabes que te vas a arrepentir de esto, Eva- dice él con gesto ya mas serio.
Mi pies siguen andando firmemente y con rapidez. No le escuches no le escuches no le escuches…
-          En realidad noto que lo estas deseando, en cualquier…
-          ¡Ya basta!- le grito parándome en seco y perdiendo en un segundo los estribos que con fuerza había estado sujetando.
El también se para a mi lado con una expresión entre sorprendida y dolida en el rostro.
-          ¡Basta, basta basta!- noto como las palabras salen con fuerza desde mi interior y mis mejillas se encienden por la rabia.- ¡No lo soporto mas! Por favor dejame sola, es lo único que quiero. No quiero ninguna oportunidad, no quiero ningunas supuestas ultimas palabras, no quiero nada de eso! Me da igual que nunca vuelvas a aparecer, solo lárgate para siempre y dejame olvidarte de una vez por todas.
Me quedo de pie, quieta en frente suyo con la respiración acelerada y los puños apretados con fuerza. El no dice nada. Solo me mira con gesto apesadumbrado. Incluso podría jurar que lo que se lee en su cara es una cierta decepcion.
Me giro sobre mis talones para evitar su rostro y cierro un momento los ojos mientas suelto un suspiro que mezcla la exasperación con la rabia. Entonces oigo su voz casi en un susurro a mis espaldas.
-          No habras querido decir eso, Eva. Te arrepentiras, sabes que te arrepentiras…
Me quedo parada un segundo y me giro hacia el. Pero el ya no esta. Se ha ido.
Se ha ido.
Respiro entre aliviada y cansada. Las emociones se están mezclando en mi cabeza en un torrente que amenaza con desbordarme en cualquier momento. Necesito sentarme un segundo para recomponerme. Mis piernas están temblando por el frio y tengo la sensación de acabar de salir de una batalla. Estoy bloqueada, como en un estado de shock pasajero. He conseguido lo que quería, es cierto. Pero entonces ¿por qué no puedo evitar esa rara sensación de angustia que sigue recorriéndome el cuerpo? ¿Por qué sigo sintiendo una fuerza que me oprime el pecho? ¿Por qué me embarga esa extraña y agobiante sensación de pérdida?
Me repito a mi misma un par de veces que todo va a estar bien y respiro profundamente para tranquilizarme. Levanto la vista y miro a mi alrededor tratando de ubicarme. Parece que los últimos diez minutos no hubieran transcurrido aquí, que me hubiera ido a otro universo y de repente me hubieran vuelto a soltar en medio de la Tierra. Respiro despacio y cuento hasta diez con los ojos cerrados. Me pongo en pie y me encamino de nuevo hacia el bar.

lunes, 9 de mayo de 2011

Vuelta al mundo

Me despierta el irritante sonido del despertador como cada dia. Los acontecimientos de la noche anterior siguen vividos en mi mente, y no puedo dejar de preguntarme la razón de todo lo que sucedió. Pero es sin lugar a dudas una pregunta retorica a la que en realidad  no quiero encontrar respuesta. Tal vez en realidad nada pasara, tal vez todo fuera tan solo el producto de mi maltrecho cerebro buscando huir de la soledad y el aislamiento, tal vez… Pero se que no es cierto, que fue tan real como desagradable, y solo me queda esperar que no vuelva a repetirse de nuevo.
Una ducha me despejara de todo esto. Enciendo el agua y dejo que se caliente hasta que todo el baño se llena de humo y mi piel comienza a quemar y enrojecerse. Me hundo en esa cortina de denso vapor caliente que me rodea y me ayuda a desvanecerme, a sentir que mi cuerpo se aleja de aquí, lejos, muy lejos… me gustaría quedarme asi, pero se que tengo que cortar el agua  y volver a bajar los pies hasta tocar fondo, a la tierra de nuevo. Salgo de la bañera y me coloco frente al espejo. Paso por su superficie la palma de mi mano para retirar el vaho que lo cubre. Vislumbro la imagen de mi rostro, borrosamente reflejada en el cristal. Observo los rasgos de mi cara despacio, analizándolos. No hay nada en ellos que destaque o llame la atención; el pelo largo y cobrizo cae mojado por la espalda, las cejas, finas y poco espesas enmarcan unos ojos grandes y oscuros hundidos en un un rostro blanco, palido y demacrado por el peso del pasado. No puedo aguantar contemplando mi reflejo ni siquiera 10 segundos. Una fuerza superior a mi y mucho mas fuerte que yo me obliga a apartar la mirada rápidamente y a agacharme frente a la taza mientras mis dedos buscan desesperadamente el fondo de mi garganta.
Hace ya mucho  tiempo que tengo que seguir este cruel ritual. No sabria decir cuando comenze con todo esto, cuando fue la primera vez que las cintas de grasa que notaba en mi tripa y alrededor de mis muslos me oprimieron demasiado como para seguir aguantándolo y una fuerte presión mezclada con un sabor a oxido me apretaron con fuerza la garganta. No es algo que yo quiera, ni tampoco algo que pueda evitar; lo aborrezco tanto como lo necesito, es una maldición que me acompaña y a la que no puedo renunciar aunque me destruya.
Pero no voy a empezar a autocompadecerme, eso no serviría para nada. En este mundo no hay cabida para la autocompasión, es algo que he aprendido muy bien con el paso del tiempo. Simplemente me levanto y me arreglo con normalidad para ir a clase.
Las horas en clase pasan lentas pero no me importa, constituyen uno de los pocos entretenimientos de los que dispongo para hacerme sentir como si fuera alguien normal, solo una alumna mas. Al salir de clase una chica se acerca a mi en el pasillo; se llama Laura y aunque parece que hace siglos que no hablo con ella no siempre ha sido asi. Antes eramos lo que se puede considerar amigas, estábamos siempre juntas en clase, hablando y riendo y nos divertíamos en largas noches de fiesta por la ciudad… pero de eso hace ya mucho tiempo, y ahora todo es distinto.
- Hola Eva- me dice Laura con un gesto entre timido y culpable en el rostro.
- Hola- le contesto.
- Verás, ya se que hace mucho tiempo que no hablamos y todo eso, pero esta noche vamos a salir juntos todos los de clase y, no se, he pensado que a lo mejor te apetecia, que ya estabas preparada para volver a, bueno…- me mira a los ojos con indecisión sin saber como terminar la frase.
- Si, bueno, de acuerdo, a lo mejor me paso por allí un rato- intento atajar rápidamente con una respuesta vaga y no comprometedora que tengo claro que no voy a cumplir.
- En serio, Eva- me dice ella. Se calla un segundo mientras mira al suelo y continua- te echo de menos. Todos te echamos de menos. Se que no puedo hacer nada por hacerte sentir mejor, pero ya ha pasado mucho tiempo y tienes que empezar a olvidarle y pasar pagina, yo solo…
- Bueno, vale, me lo pensare pero ahora tengo que irme, lo siento- le suelto rapidamente porque no quiero continuar con esa conversación ni por asomo, y me doy la vuelta dispuesta a irme de allí. Pero Laura me agarra por el brazo y me retiene.
- Por favor- me dice mirándome fijamente con los ojos suplicantes y algo empañados.- no se que tengo que hacer para volver a recuperarte, pero no quiero que te sigas alejando de todo. Solo ve esta noche e intenta pasar un buen rato aunque te cueste. Todos estaremos allí y estoy segura que te sentara bien volver a salir, aunque solo sea un poco, en serio Eva estoy realmente preocupada por ti y no puedo seguir con los brazos cruzados mientras tu estas…- deja el final de la frase en el aire a la vez que me suelta el brazo.
Yo no digo nada, la verdad es que ni siquiera sabria que contestarle, asi que me quedo callada esperando a que decida terminar.
-          Hazlo por mi, por favor. Por nosotras. Solo te pido que lo intentes, por favor Eva…
Se queda clavándome sus ojos en los mios y veo en ellos tristeza de verdad. Muy a mi pesar me sigue doliendo verla sufrir, asi que decido complacerla en contra de mi voluntad.
- Esta bien, esta bien-le digo mientras intento calmarla un poco- ire con vosotros, te lo prometo.- le aprieto levemente la mano mientras le enseño una fingida sonrisa para tranquilizarla y convencerla.
- ¿Lo prometes?- me pregunta con cierta ansia- ¿de verdad?
- Si, en serio, no te preocupes, te prometo que estare allí, no te fallare- le contesto mientras sigo manteniendo un gesto de calma y una mirada tan feliz como consigo.
- De acuerdo-accede- pero me enfadare realmente como no aparezcas. Ya lo veras, seguro que conseguiremos animarte- me dedica una sincera sonrisa y se gira para marcharse- te veo esta noche- me dice mientras se va alejando- pasate a eso de las 10 por la plaza, estaremos allí.-yo asiento con la cabeza y ella finalmente desaparece por la esquina dejándome sola en mitad del pasillo.
Tardo unos segundos en recuperarme del shock inicial, no me esperaba nada de esto, ni siquiera se me había pasado por la cabeza que Laura fuera a acercarse a mi de nuevo después de todo lo ocurrido y de tanto tiempo en el que ella había seguido su propio camino mientras yo me había quedado atrás.
Al principio fue realmente duro, aun recuerdo esos días en los que no era capaz de salir de casa, ni siquiera de moverme de la cama; apenas si encontraba fuerzas para seguir comiendo, bebiendo, respirando… y Laura venia cada tarde y se sentaba en el borde de mi cama preguntándome cientos de cosas y hablando durante eternas horas con la angustia llenándole la voz mientras yo me mantenía completamente quieta y en silencio, apenas pestañeando y sin mostrar mas signo de vida que las silenciosas e interminables lagrimas que nunca dejaban de caer por mi rostro. Todos los días ella intentaba  en vano obtener alguna respuesta de mi, pero tan solo encontraba un profundo silencio. Incluso ahora cuando intento recordarlo no consigo acordarme cuales eran las palabras que salian de su boca. En esos momentos yo era consciente de que me hablaba, pero las palabras morían antes de llegar a mi cerebro, yo dejaba que se perdieran en el aire porque ninguna palabra podría ayudarme, no existia una frase de consuelo que me fuera a hacer sentir mejor, nada de lo que ella pudiera decir conseguiría mitigar el dolor que me embargaba y destruía cruelmente cada trocito de mi conciencia. Todo lo que podía escuchar era tu nombre retumbando una y otra vez en mi cabeza. Me daba cuenta de que ella estaba sufriendo, pero también era incapaz de pronunciar sonido alguno que pudiera expresar minimamente el caos y la destrucción que estaban destrozándome por dentro.
Pasado un tiempo Laura se rindió y venia tan solo a veces, luego dejo de venir para comenzar a dejarme mensajes en el contestador preguntando que tal estaba y pidiéndome que volviera. Y al final también dejo de llamarme y me quede sola, flotando en mi propia oscuridad durante lo que pudieron ser días, semanas o lo que a mi interior le parecieron siglos. Segui sumida en ese insufrible estado de sopor hasta que un dia, en nada diferente a cualquier otro, mis musculos reaccionaron y me llevaron fuera de la tumba en la que se había convertido mi cama hasta la calle, tan solo me condujeron hasta el primer tramo de acera sin dar un solo paso mas y pararon allí, dejándome contemplar durante unos minutos el paisaje y sentir el suelo de nuevo bajo mis pies y el frio viento en mi cara.
No sabria decir que es lo que me llevo a levantarme de nuevo. Tal vez mi mente ya había agotado todas las imágenes de los recovecos de tu rostro y todos los sonidos del timbre de tu voz; o tal vez llega un momento en que los ojos finalmente se secan y no pueden producir mas lagrimas; o tal vez el simple y puro instinto de supervivencia vence al cuerpo ante su decadencia… no puedo saberlo. Solo se que aun a pesar de no querer volver a sentir la luz del sol, a pesar de desear fervientemente arrancarme el corazón, a pesar de anhelar dejar de respirar y rendirme de una vez a los brazos de la oscuridad… a pesar de todo, me levante.

domingo, 17 de abril de 2011

Victor

Estoy  sentada en la barra de un bar. No sé cómo he llegado hasta aquí. Supongo que he llegado a un punto en el que he mecanizado tanto mis acciones que ya no soy consciente de ellas, me muevo por pura inercia de un lado a otro. No me importa a donde vaya, no voy a encontrar lo que quiero, lo que necesito. Pido una copa tras otra y dejo que el alcohol haga su efecto, que se lleve las ideas, que vacíe mi cerebro, que borre la necesidad de pensar y que atenúe el dolor por unos instantes. Unos ojos me están mirando desde la otra punta del local. Ya me había dado cuenta hace un rato, pero no me he molestado en prestarle la mas mínima atención. No quiero saber nada de esos ojos. Pero de pronto se levanta y se dirige hacia donde me encuentro.
-¿Puedo sentarme?- pregunta señalando el taburete a mi lado.
Por toda contestación me encojo de hombros de manera indiferente y él lo toma como una invitación a acompañarme. Pero yo no quiero compañía, aunque el no parece apreciarlo. Se queda mirándome un momento, como evaluándome y entonces comienza a hablar.
-Soy Victor.
De nuevo me encojo de hombros por respuesta.
-Me he fijado en ti desde donde estaba sentado y…
-Sí, ya lo sé- le corto de modo brusco, pero lo último que me apetece es entablar conversación con él. No me interesa en absoluto. Claro que el no parece darse cuenta e ignora la dureza de mi tono mientras continua hablando.
-Es que pareces muy sola aquí y no me ha parecido que lo estuvieras pasando precisamente bien.
- ¿Ah si?- pregunto con tono condescendiente. El asiente con la cabeza.-Pues te equivocas, estoy perfectamente, gracias.- Vuelvo a girarme en mi asiento hacia la barra dando por finalizada la conversación, pero parece que el no opina lo mismo.
-¿Por qué estas aquí sola?-pregunta
Decido ignorarle y no contestar. El continúa hablando a mi lado pero apenas soy consciente de lo que dice, simplemente desconectaré mi mente de ese lugar y esperare a que se canse de su inservible monologo.
-Sabes, no creo que en realidad quieras estar aquí sola bebiendo un considerable número de cubatas de ron cola, sino que algo te debe haber ocurrido hoy y te ha parecido la mejor opción intentar ahogar tus penas en la bebida… probablemente una discusión con tus padres o tu novio, o tal vez…
Se acabó. Me levanto del taburete mientras apuro mi bebida y me doy la vuelta para dirigirme hacia la puerta. No pienso aguantar esa estúpida charla ni un segundo más. No necesito que me dé su inútil opinión sobre algo que apenas alcanza a imaginar. El no sabe nada, nada… Fuera hace frio y continúa lloviendo como el día anterior. El aire helado de la noche entra en mis pulmones mientras inspiro con fuerza para despejar mi mente de ese lugar y de las numerosas copas de ron que están pasándome factura. Comienzo a andar  cuando de repente oigo una puerta a mi espalda. Me giro sobre los talones para ver de dónde proviene el ruido y el asombro se dibuja en mi cara. No puede ser. El está saliendo aprisa del bar aun colocándose la chaqueta mientras viene rápidamente hacia mí. Con un gesto aun de incredulidad en el rostro me doy la vuelta y comienzo a andar tan rápido como puedo.
-¡Espera!- grita el.
Continúo andando si mirar atrás.
-¡Espera!- repite otra vez sin dejar de correr.
Por fin me alcanza y comienza caminar a mi lado.
-Escúchame solo un momento, por favor. Quiero disculparme por lo de ahí dentro.- dice mientras me mira- por si he dicho algo que te ha molestado o…
-Da igual-digo yo- Olvídalo, no importa.- en realidad si importa, pero solo quiero alejarme de allí, quiero irme.
-Es solo que no quiero que te marches por mi culpa- explica él.
-No, me iba a marchar ya de todos modos. Me voy a casa- le replico. Quiero irme, necesito irme, no puedo seguir con esto…
-Solamente quiero asegurarme de que no te había herido, que no te había hecho daño…
Daño. Que no me ha hecho daño…Y entonces exploto.
-¿Es que no entiendes que lo único que quiero es que me dejes en paz?-le grito- Olvídame, lárgate y deja de actuar como si me conocieras tan bien o como si te importara lo que yo pienso. No necesito esto ahora. No te necesito a ti. Esfúmate de una vez y nunca vuelvas!!! No quiero volver a ver tu cara nunca, nunca!!!
Me doy la vuelta y me alejo de allí a toda prisa, sin mirar atrás ni una sola vez. Quiero dejar atrás ese lugar cuanto antes, olvidarlo. Pienso en lo que he dicho y en porque lo he hecho. Analizo una a una las palabras que han salido de mi boca ya que en el momento ni siquiera he pensado en ellas. Porque no eran las palabras que pretendía decir. Tal vez ha sido el alcohol, o tal vez que ya no podía seguir manteniendo dentro la ira y la rabia acumuladas por todo. No lo sé, pero ya no tiene vuelta atrás. Ya ha quedado dicho y, probablemente tendré suerte y no volveré a verle de nuevo.
Llego a casa rápido y me tumbo en la cama sin ni siquiera quitarme la ropa primero. No tengo fuerzas para eso, ni para nada en realidad. Han sido demasiadas cosas para un solo día y quiero olvidarlas todas. Sé que el sueño no me va a proporcionar la redención que busco, nunca lo hace. Se trata de un tiempo en el que no puedo mantener las salvaguardas de mi mente que caen, impasibles, vencidas por las imágenes que inundan mi mente fruto de pensamientos reprimidos durante el día. Un tiempo en el que los recuerdos aprovechan para atacarme, agasajándome, persiguiéndome en oscuras pesadillas que se suceden durante toda la noche.

sábado, 9 de abril de 2011

De nuevo amanece y los fantasmas de la noche se escapan por entre las sabanas, abandonándome con mis delirios. El día aun no clarea en la calle y dejo que mi mente se vacíe poco a poco durante unos minutos. Solo el hecho de ponerme de pie me supone un esfuerzo demasiado grande. Los sueños de la noche aun dan vueltas en los recovecos de mi cabeza; son sueños de una silueta que se aleja en el horizonte y de gritos que resuenan en la oscuridad. Mientras me levanto voy organizando mentalmente mi rutina, las mismas acciones monótonas que se superponen en una cadena que nunca cambia. En cuanto dejo atrás la soledad de mi cuarto se perfectamente cómo se van a transcurrir los rostros, las conversaciones, incluso los pasos que voy a dar.
Durante el día se hace más fácil… consigo mantener mi cabeza y mi cuerpo ocupados lejos de mis destructivos pensamientos, aunque no puedo evitar que durante breves momentos mi mente vuele lejos de donde me encuentro y vague entre ideas y recuerdos que se asemejan lejanos; que vuele hacia ti. Parece que el tiempo fuera cayendo por su propio peso y que cada minuto pesara en mi interior, formando una gran losa que tira de mi hacia abajo, hundiéndome.
Siento que las conversaciones que tengo fueran predeterminadas,  un conjunto de palabras puestas unas tras otras en una misma frase, pero cualquier parecido con un verdadero dialogo es mera ilusión. Contesto a las preguntas, sonrío a los comentarios, pero es todo simple protocolo, interés fingido y falsa preocupación.
Los demás no parecen apreciarlo, no notan el vacio en mis palabras, la amargura en mis sonrisas ni el desaliento que acompaña mi voz. Simplemente continúan con sus insustanciales conversaciones ajenos a que  mi sombra se marcha de su lado.
Camino de vuelta a casa sabiendo lo que allí me espera…nada. Nada en absoluto, ni una palabra, ni un susurro, ni una mirada…nada. Una nada tan grande que lo llena todo y me lleva hacia ella, engulléndome por completo.
Sentir que no sientes nada se hace tan duro que llega a ser insoportable. Sentir, necesito sentir, sentir, sentir!!! Intento desesperadamente echarte de mi cabeza pero no puedo, tu recuerdo se resiste a dejarme, se aferra a mi memoria clavándome sus puntiagudas garras. Comienza a llenarme por completo, tu imagen está en todas partes, me acosa, me persigue, no puedo escapar. Sentir, sentir, sentir!!! Rápidamente me dirijo al lavabo y busco en el cajón a una conocida amiga. Uno, dos tres, cuatro…cuatro cortes en mi muñeca que dejan resbalar la sangre hacia el antebrazo. Mi corazón se calma y vuelve a recuperar su ritmo normal. La visión de ese elixir rojo me tranquiza. Me hace saber que todo es real, aleja un poco el enorme hueco negro que ocupa mi pecho, me acerca de nuevo al mundo, me hace sentir…

domingo, 3 de abril de 2011

Eva

Mi nombre es Eva. Aunque ese nombre no signifique nada. Aunque sea una burda palabra que   no designa quien soy. Aunque no sepa quién soy.
Es martes por la tarde y en la soledad de mi cuarto veo las gotas de lluvia resbalar en la ventana, y me pierdo en ellas, observando cada mínimo detalle de su minúscula superficie, abandonándome en esa pequeña porción de agua por completo, dejando que todo lo demás se esfume. Podría quedarme así para siempre. Podría separarme del resto del mundo de una vez  por todas; encerrarme en mi misma o, por el contrario, liberarme de mi misma… ceder por fin ante la agonía o acabar con ella.
La eterna decisión comienza a dar vueltas en mi cabeza una vez más, los pensamientos contradictorios se suceden en una intensa e inagotable lucha. Una lucha en la que jamás consigo dilucidar un ganador. Luz, oscuridad…no hay vencedores, solo se quitan territorio la una a la otra, intentando llevarse consigo pequeños trocitos de mi conciencia hasta que, algún  día, una de las dos sea demasiado pequeña como para seguir luchando.
Vuelvo a la realidad. No sé cuanto tiempo ha pasado, un minuto un hora…que más da. Miro los libros encima de mi mesa que esperan ser abiertos. Pero sé que esa no es la vía de escape que busco. Entregarme a una vida de estudio no funciona como solución. Es una  puerta que ya cerré hace tiempo, tan solo es una absurda pérdida de tiempo, un intento inútil que no me llevara a ningún lugar. O al menos a ninguno que necesite. Ya lo intente una vez…
He probado muchas cosas a lo largo de este tiempo, frustrados intentos de evasión que siempre fallan incluso antes de comenzar. Y ha llegado un momento en que no me queda nada mas por intentar, y soy consciente de ello aunque no quiera…
Decido darme un respiro y salir a la calle. No me molesto en coger un paraguas, quiero dejar que la lluvia me moje mientras camino, sentir como resbalan las gotas por mi cara y notar el pelo pesado por el agua. No me dirijo a ninguna parte, solo camino, dejando que mis pies me conduzcan por la ciudad mientras dejo caer la vista al suelo. De pronto me detengo frente a un escaparate. No sé el motivo, simplemente paro y levanto la mirada para observar el cristal. De repente, la fugaz visión de un rostro borroso, una imagen difuminada tras de mi...no, es una sombra, un recuerdo reflejado, un fantasma entre la niebla, un imposible deseo que engaña a la vista. TU. Rápidamente me giro, por puro instinto, aunque se de sobra que no encontrare lo que busco a mi espalda. Solo me aguarda un muro oscuro y una calle salpicada por la lluvia.
TU otra vez. TU irremediablemente. TU en todas partes, esperándome en cada esquina para atormentarme. TU, la causa de todo, el comienzo de mi fin,  la decadencia de mi mundo, el detonante de mi destrucción. Porque todo esto empezó contigo. Porque todo empezó en el instante que TU te marchaste.