lunes, 13 de junio de 2011

En el bar la fiesta está en su punto culmen y la gente ha comenzado a descontrolarse. Los litros de vodka, cerveza y ron corren sin cesar de la mano a la garganta entre gritos, risas y empujones. La música resulta cada vez mas atronadora en medio de los cuerpos que se chocan, giran y vibran enredándose en un acompasado frenesí. Las nociones del tiempo y el espacio se han ahogado en el fondo de los vasos y solo existe el momento presente.
Me cuelo entre la gente sin saber muy bien a dónde dirigirme. Yo no tengo nada que hacer aquí. Ha sido en error venir, yo lo sabía desde el principio aunque una pequeña parte de mi ansiara lo contrario. Me abro paso como puedo hacia el fondo del bar y busco mi abrigo en el desordenado montón. Justo cuando lo encuentro y me dispongo a marcharme Laura aparece a mis espaldas.
-          ¿Pero adonde vas?- pregunta con gesto disgustado- vamos, Eva, no puedes irte tan pronto, acabas de llegar. Ni siquiera he tenido tiempo para presentarte a la gente, apenas te he visto; de hecho, ¿Dónde estabas, donde te has metido hasta ahora?
No quiero tener que hacer esto. No quiero tener que desengañarla de su ridículo plan para rescatarme. Pero no puedo contarle lo que desea saber, no puedo darle lo que quiere. En este momento parece mentira que la idea original de la noche fuera estar con Laura, incluso la había olvidado hasta que me ha encontrado. Le miro a los ojos y veo su gesto expectante, anhelando obtener la respuesta que le complacería. Pero no puedo dársela.
-          Lo siento Laura, no me encuentro muy bien y voy a irme ya a casa
-          Pero me prometiste que saldrías con nosotros esta noche, que vendrías conmigo, tu, tu… dijiste que volverías- me replica tartamudeante.
Suspiro con exasperación mirando al suelo y levanto la vista hacia ella intentando aparentar decisión.
-          No, Laura, has sido tú la que se ha montado esa ridícula historia en la cabeza. Yo solo acepté venir aquí por pura cortesía y básicamente para que dejaras de insistir.- veo como su gesto está cada vez más disgustado. Pero no puedo titubear, tengo que acabar con esto ahora.- me he presentado aquí, no? Pues dáte por satisfecha. Ya he aguantado suficiente.
-          No, no te creo -dice ella- te conozco Eva, no me intentes engañar. Sé que algo te ha pasado, dime que es.
-          ¿Es que no vas a parar?- le grito de manera brusca y borde- deja de intentar excusarme cuando ni siquiera yo no lo estoy haciendo y a ver si lo entiendes de una vez porque te lo estoy diciendo directamente; NO QUIERO ESTAR AQUÍ.
Digo las palabras despacio, separando cada sílaba para impregnarla de todo el enfado que soy capaz. Ella se queda callada con las lagrimas a punto de aflorar  y mordiéndose el labio con fuerza. Lo he conseguido. La he hecho daño, daño de verdad. Aprovecho el momento para darme la vuelta e irme.
-          ¡Espera! – Laura grita a mi espalda y se acerca rápidamente a mí- por favor Eva, no hagas esto, podemos solucionarlo juntas, déjame ayudarte, por favor no te vayas – las lágrimas le han ganado el pulso y empañan sus ojos disolviendo el maquillaje bajo sus pestañas- Si te vas ahora esto no habrá servido para nada y sé que puedes volver, que puedes conseguir olvidarle, olvidar todo.
Hace una pausa un segundo mirándome fijamente mientras mis facciones se han tensado bruscamente y las aletas de mi nariz se ensanchan a la vez que mi respiración se torna fuerte y acelerada.
-          Pero no puedes hacerlo sola, Eva. Esto te está superando, hace ya mucho tiempo que te ha superado, te está desbordando ¿es que no lo ves? Y tú te estás dejando arrastrar ¿por qué no luchas? ¿por qué no te dejas ayudar? Déjame ayudarte, estoy segura de que si lo intentamos juntas…
-          YA BASTA!!- Mi tono se ha elevado y la voz me titubea- ¿no piensas dejarme en paz? Te estoy diciendo que no quiero tu ayuda. Lárgate de una vez, lárgate! No quiero que vuelvas a intentar acercarte a mí, entendido? Y ni siquiera se te ocurra intentar mencionar…- no puedo acabar la frase porque la voz se me rompe solo al pensarlo- tú no sabes nada, nada. Solo te lo diré una vez Laura, yo ya no quiero volver. No quiero. Se acabo, Laura.
En cuanto digo esas últimas palabras huyo de allí tan rápido como puedo abriéndome paso entre la multitud para no dejarle opción de detenerme. Mientras corro hacia la puerta aún puedo oírla gritando mi nombre con desesperación. Todo está comenzando a girar a mi alrededor y siento como las rodillas me tiemblan y la cabeza se me está nublando con rapidez. Tengo que conseguir salir de allí.
Finalmente alcanzo la puerta y me precipito a la calle. Las piernas me están fallando y tropiezo en la acera cayendo al suelo frío y mojado. Me quedo apoyada contra un muro con el pulso machacándome el pecho y la cabeza y la respiración atropellada. Entre los gemidos que necesito hacer para intentar boquear aire noto como las lágrimas están mojándome las mejillas sin remedio.
Miro hacia el río observando las densas y oscuras ondas con sus destellos de luz reflejados. ¿Por qué? ¿Por qué todo está abocado a acabar así? ¿Por qué soy incapaz de evitar todo esto? ¿Por qué, por qué, por qué? Y sin poder evitarlo grito al oscuro cielo con todas mis fuerzas la pregunta que me consume, que me mata, que me atormenta cada día.
-          ¿POR QUÉ TUVISTE QUE IRTE?