lunes, 9 de mayo de 2011

Vuelta al mundo

Me despierta el irritante sonido del despertador como cada dia. Los acontecimientos de la noche anterior siguen vividos en mi mente, y no puedo dejar de preguntarme la razón de todo lo que sucedió. Pero es sin lugar a dudas una pregunta retorica a la que en realidad  no quiero encontrar respuesta. Tal vez en realidad nada pasara, tal vez todo fuera tan solo el producto de mi maltrecho cerebro buscando huir de la soledad y el aislamiento, tal vez… Pero se que no es cierto, que fue tan real como desagradable, y solo me queda esperar que no vuelva a repetirse de nuevo.
Una ducha me despejara de todo esto. Enciendo el agua y dejo que se caliente hasta que todo el baño se llena de humo y mi piel comienza a quemar y enrojecerse. Me hundo en esa cortina de denso vapor caliente que me rodea y me ayuda a desvanecerme, a sentir que mi cuerpo se aleja de aquí, lejos, muy lejos… me gustaría quedarme asi, pero se que tengo que cortar el agua  y volver a bajar los pies hasta tocar fondo, a la tierra de nuevo. Salgo de la bañera y me coloco frente al espejo. Paso por su superficie la palma de mi mano para retirar el vaho que lo cubre. Vislumbro la imagen de mi rostro, borrosamente reflejada en el cristal. Observo los rasgos de mi cara despacio, analizándolos. No hay nada en ellos que destaque o llame la atención; el pelo largo y cobrizo cae mojado por la espalda, las cejas, finas y poco espesas enmarcan unos ojos grandes y oscuros hundidos en un un rostro blanco, palido y demacrado por el peso del pasado. No puedo aguantar contemplando mi reflejo ni siquiera 10 segundos. Una fuerza superior a mi y mucho mas fuerte que yo me obliga a apartar la mirada rápidamente y a agacharme frente a la taza mientras mis dedos buscan desesperadamente el fondo de mi garganta.
Hace ya mucho  tiempo que tengo que seguir este cruel ritual. No sabria decir cuando comenze con todo esto, cuando fue la primera vez que las cintas de grasa que notaba en mi tripa y alrededor de mis muslos me oprimieron demasiado como para seguir aguantándolo y una fuerte presión mezclada con un sabor a oxido me apretaron con fuerza la garganta. No es algo que yo quiera, ni tampoco algo que pueda evitar; lo aborrezco tanto como lo necesito, es una maldición que me acompaña y a la que no puedo renunciar aunque me destruya.
Pero no voy a empezar a autocompadecerme, eso no serviría para nada. En este mundo no hay cabida para la autocompasión, es algo que he aprendido muy bien con el paso del tiempo. Simplemente me levanto y me arreglo con normalidad para ir a clase.
Las horas en clase pasan lentas pero no me importa, constituyen uno de los pocos entretenimientos de los que dispongo para hacerme sentir como si fuera alguien normal, solo una alumna mas. Al salir de clase una chica se acerca a mi en el pasillo; se llama Laura y aunque parece que hace siglos que no hablo con ella no siempre ha sido asi. Antes eramos lo que se puede considerar amigas, estábamos siempre juntas en clase, hablando y riendo y nos divertíamos en largas noches de fiesta por la ciudad… pero de eso hace ya mucho tiempo, y ahora todo es distinto.
- Hola Eva- me dice Laura con un gesto entre timido y culpable en el rostro.
- Hola- le contesto.
- Verás, ya se que hace mucho tiempo que no hablamos y todo eso, pero esta noche vamos a salir juntos todos los de clase y, no se, he pensado que a lo mejor te apetecia, que ya estabas preparada para volver a, bueno…- me mira a los ojos con indecisión sin saber como terminar la frase.
- Si, bueno, de acuerdo, a lo mejor me paso por allí un rato- intento atajar rápidamente con una respuesta vaga y no comprometedora que tengo claro que no voy a cumplir.
- En serio, Eva- me dice ella. Se calla un segundo mientras mira al suelo y continua- te echo de menos. Todos te echamos de menos. Se que no puedo hacer nada por hacerte sentir mejor, pero ya ha pasado mucho tiempo y tienes que empezar a olvidarle y pasar pagina, yo solo…
- Bueno, vale, me lo pensare pero ahora tengo que irme, lo siento- le suelto rapidamente porque no quiero continuar con esa conversación ni por asomo, y me doy la vuelta dispuesta a irme de allí. Pero Laura me agarra por el brazo y me retiene.
- Por favor- me dice mirándome fijamente con los ojos suplicantes y algo empañados.- no se que tengo que hacer para volver a recuperarte, pero no quiero que te sigas alejando de todo. Solo ve esta noche e intenta pasar un buen rato aunque te cueste. Todos estaremos allí y estoy segura que te sentara bien volver a salir, aunque solo sea un poco, en serio Eva estoy realmente preocupada por ti y no puedo seguir con los brazos cruzados mientras tu estas…- deja el final de la frase en el aire a la vez que me suelta el brazo.
Yo no digo nada, la verdad es que ni siquiera sabria que contestarle, asi que me quedo callada esperando a que decida terminar.
-          Hazlo por mi, por favor. Por nosotras. Solo te pido que lo intentes, por favor Eva…
Se queda clavándome sus ojos en los mios y veo en ellos tristeza de verdad. Muy a mi pesar me sigue doliendo verla sufrir, asi que decido complacerla en contra de mi voluntad.
- Esta bien, esta bien-le digo mientras intento calmarla un poco- ire con vosotros, te lo prometo.- le aprieto levemente la mano mientras le enseño una fingida sonrisa para tranquilizarla y convencerla.
- ¿Lo prometes?- me pregunta con cierta ansia- ¿de verdad?
- Si, en serio, no te preocupes, te prometo que estare allí, no te fallare- le contesto mientras sigo manteniendo un gesto de calma y una mirada tan feliz como consigo.
- De acuerdo-accede- pero me enfadare realmente como no aparezcas. Ya lo veras, seguro que conseguiremos animarte- me dedica una sincera sonrisa y se gira para marcharse- te veo esta noche- me dice mientras se va alejando- pasate a eso de las 10 por la plaza, estaremos allí.-yo asiento con la cabeza y ella finalmente desaparece por la esquina dejándome sola en mitad del pasillo.
Tardo unos segundos en recuperarme del shock inicial, no me esperaba nada de esto, ni siquiera se me había pasado por la cabeza que Laura fuera a acercarse a mi de nuevo después de todo lo ocurrido y de tanto tiempo en el que ella había seguido su propio camino mientras yo me había quedado atrás.
Al principio fue realmente duro, aun recuerdo esos días en los que no era capaz de salir de casa, ni siquiera de moverme de la cama; apenas si encontraba fuerzas para seguir comiendo, bebiendo, respirando… y Laura venia cada tarde y se sentaba en el borde de mi cama preguntándome cientos de cosas y hablando durante eternas horas con la angustia llenándole la voz mientras yo me mantenía completamente quieta y en silencio, apenas pestañeando y sin mostrar mas signo de vida que las silenciosas e interminables lagrimas que nunca dejaban de caer por mi rostro. Todos los días ella intentaba  en vano obtener alguna respuesta de mi, pero tan solo encontraba un profundo silencio. Incluso ahora cuando intento recordarlo no consigo acordarme cuales eran las palabras que salian de su boca. En esos momentos yo era consciente de que me hablaba, pero las palabras morían antes de llegar a mi cerebro, yo dejaba que se perdieran en el aire porque ninguna palabra podría ayudarme, no existia una frase de consuelo que me fuera a hacer sentir mejor, nada de lo que ella pudiera decir conseguiría mitigar el dolor que me embargaba y destruía cruelmente cada trocito de mi conciencia. Todo lo que podía escuchar era tu nombre retumbando una y otra vez en mi cabeza. Me daba cuenta de que ella estaba sufriendo, pero también era incapaz de pronunciar sonido alguno que pudiera expresar minimamente el caos y la destrucción que estaban destrozándome por dentro.
Pasado un tiempo Laura se rindió y venia tan solo a veces, luego dejo de venir para comenzar a dejarme mensajes en el contestador preguntando que tal estaba y pidiéndome que volviera. Y al final también dejo de llamarme y me quede sola, flotando en mi propia oscuridad durante lo que pudieron ser días, semanas o lo que a mi interior le parecieron siglos. Segui sumida en ese insufrible estado de sopor hasta que un dia, en nada diferente a cualquier otro, mis musculos reaccionaron y me llevaron fuera de la tumba en la que se había convertido mi cama hasta la calle, tan solo me condujeron hasta el primer tramo de acera sin dar un solo paso mas y pararon allí, dejándome contemplar durante unos minutos el paisaje y sentir el suelo de nuevo bajo mis pies y el frio viento en mi cara.
No sabria decir que es lo que me llevo a levantarme de nuevo. Tal vez mi mente ya había agotado todas las imágenes de los recovecos de tu rostro y todos los sonidos del timbre de tu voz; o tal vez llega un momento en que los ojos finalmente se secan y no pueden producir mas lagrimas; o tal vez el simple y puro instinto de supervivencia vence al cuerpo ante su decadencia… no puedo saberlo. Solo se que aun a pesar de no querer volver a sentir la luz del sol, a pesar de desear fervientemente arrancarme el corazón, a pesar de anhelar dejar de respirar y rendirme de una vez a los brazos de la oscuridad… a pesar de todo, me levante.

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