sábado, 9 de abril de 2011

De nuevo amanece y los fantasmas de la noche se escapan por entre las sabanas, abandonándome con mis delirios. El día aun no clarea en la calle y dejo que mi mente se vacíe poco a poco durante unos minutos. Solo el hecho de ponerme de pie me supone un esfuerzo demasiado grande. Los sueños de la noche aun dan vueltas en los recovecos de mi cabeza; son sueños de una silueta que se aleja en el horizonte y de gritos que resuenan en la oscuridad. Mientras me levanto voy organizando mentalmente mi rutina, las mismas acciones monótonas que se superponen en una cadena que nunca cambia. En cuanto dejo atrás la soledad de mi cuarto se perfectamente cómo se van a transcurrir los rostros, las conversaciones, incluso los pasos que voy a dar.
Durante el día se hace más fácil… consigo mantener mi cabeza y mi cuerpo ocupados lejos de mis destructivos pensamientos, aunque no puedo evitar que durante breves momentos mi mente vuele lejos de donde me encuentro y vague entre ideas y recuerdos que se asemejan lejanos; que vuele hacia ti. Parece que el tiempo fuera cayendo por su propio peso y que cada minuto pesara en mi interior, formando una gran losa que tira de mi hacia abajo, hundiéndome.
Siento que las conversaciones que tengo fueran predeterminadas,  un conjunto de palabras puestas unas tras otras en una misma frase, pero cualquier parecido con un verdadero dialogo es mera ilusión. Contesto a las preguntas, sonrío a los comentarios, pero es todo simple protocolo, interés fingido y falsa preocupación.
Los demás no parecen apreciarlo, no notan el vacio en mis palabras, la amargura en mis sonrisas ni el desaliento que acompaña mi voz. Simplemente continúan con sus insustanciales conversaciones ajenos a que  mi sombra se marcha de su lado.
Camino de vuelta a casa sabiendo lo que allí me espera…nada. Nada en absoluto, ni una palabra, ni un susurro, ni una mirada…nada. Una nada tan grande que lo llena todo y me lleva hacia ella, engulléndome por completo.
Sentir que no sientes nada se hace tan duro que llega a ser insoportable. Sentir, necesito sentir, sentir, sentir!!! Intento desesperadamente echarte de mi cabeza pero no puedo, tu recuerdo se resiste a dejarme, se aferra a mi memoria clavándome sus puntiagudas garras. Comienza a llenarme por completo, tu imagen está en todas partes, me acosa, me persigue, no puedo escapar. Sentir, sentir, sentir!!! Rápidamente me dirijo al lavabo y busco en el cajón a una conocida amiga. Uno, dos tres, cuatro…cuatro cortes en mi muñeca que dejan resbalar la sangre hacia el antebrazo. Mi corazón se calma y vuelve a recuperar su ritmo normal. La visión de ese elixir rojo me tranquiza. Me hace saber que todo es real, aleja un poco el enorme hueco negro que ocupa mi pecho, me acerca de nuevo al mundo, me hace sentir…

No hay comentarios:

Publicar un comentario